domingo, 2 de septiembre de 2007

cerrando la puerta

Como una iniciación, como la partida de algo, como cuando se dice, como cuando se tiene lo que se dice se hace.
Se cierra la puerta y se va generando calor, los recuerdos en la pared van diciendo cómo son los ritos, las marcas en la cama se borran cada vez y se generan miles de nuevas huellas, la pieles lentamente van apareciendo mientras los vestidos se esparcen en el aire y caen desordenados demarcando un camino para que los cuerpos se contraigan y exploten.
Extrañamente mientras menos ropa va quedando más calor se va sintiendo, y la puerta se cierra cada vez más profundo.
El cuerpo ya está humedecido y las caricias fluyen sin pedir permiso, no hay gestos impuros, los besos van conectando el aire de los amantes. Labios cada vez más rojos, la suavidad de los besos se torna en un delirio de movimientos internos y lentos, las manos tienen permiso para todo.
Los ojos entreabiertos ya no ven nada, de nada sirve ver, para qué, si el cuerpo contrario es tan conocido y se sabe de memoria, los puntos están muy claros. Da lo mismo la letra, se sabe tocar.
Giros, vaivenes, cambios, posturas inexploradas, mientras ya no queda nada por sacarse. Desnudos y cómodos vamos buscando nuevos lugares por besar y se encuentran a cada centímetro que se recorre, por lo general el recorrido es descendente, se dentiene a la mitad del viaje, se oyen los gemidos y se sabe a ciencia cierta que no hay mejor lugar donde quedarse que dentro de ti y asciendo hasta tu boca exquisita, en el camino de vuelta hay un par de detenciones que no se pueden franquear, pero se continua y te beso aún más fuerte, mientras tus manos buscan la conexión y en un segundo entro en ti. En la espalda un frio exquisito que se vuelve rápidamente calor va recorriendo al mismo tiempo que lo hacen tus manos tras él.
El movimiento hace que tu voz se entrecorte y se torne en gemidos, mientras el cuerpo se va guiando sin preguntar la nueva dirección, como sea el placer es completo. Y la puerta sigue cerrada, impenetrable.
El final se va acercando, la respiración es más fuerte y el abrazo más intenso te siento cerca de tu pequeña muerte y siento, también, como me voy suicidando en ti. Me dejo morir, pero tu ya estás muerta en mis brazos, apretando y tratando de sacarme hasta el último suspiro mientras ya no resisto más y me dejo caer.
Respiramos como si fuera la primera vez en la vida, nuestros cuerpos no responden a las órdenes y tu sonries tan suavemente que no puedo evitar besarte con esa misma intensidad.
Y la puerta no se volvó a abrir.

lunes, 20 de agosto de 2007

Por la mañana


Siento sus pasos desnudos acercarse por el piso de madera hasta que una sombra me perturba a través de los párpados cerrados. Murmuro algo, pero la sombra sigue ahí sin ninguna intención de moverse. Con gran esfuerzo comienzo a mover los párpados hasta que luego de unos segundos su rodilla está frente a mis ojos y adivino su rótula sostenida por una gelatina dulce, de frutas, y su piel un exquisito retazo donde dejar mi huella como un caracol lujurioso, llevando mi lengua por su muslo apenas tibio. Mi mano reacciona y se llena de su piel tan blanca bajo mi mano oscura y va desde el inicio de su muslo hasta su mano sostenida en la cadera. Ella da un paso hacia la cama y apoya su rodilla sobre la orilla. El aroma de su piel me eriza, vuelvo a cerrar los ojos, pero esta vez mis dos manos van y vienen, delirando con cada curva, hurgueteando lúbricas, deslizándose impúdicas a través de ese culo divino. Yo soy una fiesta- dice el cuerpo. Y mientras terminas de meterte en la cama, mientras te deslizas sobre mí para terminar de meterte en la cama, yo no puedo ni respirar para poder contemplarte a mi lado sin interrupciones. Eres mi fiesta, somos una fiesta, me murmuras, y me mandas a callar con tu pelo sobre mi cara, con tus pechos sobre mis ojos, mi boca atrapando tu pezón y luego el otro. Si, somos una fiesta carnívora, sedienta. Y tu cara…, yo sólo atino a mirarte, ni siquiera puedo hablar, me miras y luego vuelves a cerrar los ojos y mojas tus labios con la lengua, tus manos me hunden más. No hay nada igual a tu cara feliz, extasiada, me miras y yo no puedo quitar mi cara de embobado. Eres hermosa y creo que jamás comprenderás qué veo cuando te miro y por qué no me canso de mirarte. Un bostezo me nubla la vista y tú te enrollas a mi lado, gata ronroneante. La primera mancha de sol cae sobre la cama. Es tiempo de volver a dormir.


por Patricio Conejeros..................................................................................Revista Cavila, Especial Amor

martes, 14 de agosto de 2007

encuentro

Habían pasado pocos días del comienzo de mis vacaciones. Antes nada paraba, ni el frío, ni el agua, ni las entregas… pero el hecho es que este día la lluvia se había suavizado y el ambiente era muy agradable. Iba caminando con el pelo amarrado por las calles del centro. Alguien tocó mi espalda y saludó, su voz se me hacía familiar pero no la reconocí, era el hombre que me gustaba tres años atrás. Nunca tuvimos una relación, ni de amigos ni de nada, solo fumamos un pito juntos y conversamos de vez en cuando al encontrarnos, como ahora, por casualidad. Entre el cómo has estado y el qué has hecho terminó ofreciéndome marihuana. Sabía donde iba y qué quería, igual tenía ganas pero a veces me hago el señorito y le digo que no a las hormonas, así que tuve que rechazarlo. Insistió y esta vez optó por algo más sano. No pude negarle un café y una buena conversación, así que rato más tarde figurábamos en su casa conversando de lo lindo. No sé cuanto tiempo habrá pasado pero habíamos llegado a esa instancia en que los cuellos parecen extenderse hasta dejar nuestras cabezas fuera de órbita. Conversando desde arriba de la atmósfera, despojados del comando de nuestros cuerpos. Riendo como niños e intercambiando gestos de interés mutuo. Ya habían salido las estrellas y no se veía el sol y no recuerdo en qué momento del atardecer pero nuestros brazos se entrelazaban de manera exploratoria y nuestras cabezas descendían rápidamente mientras jugaban a morder lo que fuera que alcanzaran, y compartían enganchando lenguas cuanta saliva era posible compartir. Los puntos de dolor, los puntos de placer. De eso se trataba, como médicos analizando y buscando el bienestar un poco alejados de la salud. Recorriendo su abdomen con la lengua, jugando un poco con el pene, recorriendo mi espalda con sus manos, y más abajo y por todos lados. Incluso su garganta, y la mía. Y los ojos. Y de pronto ya no habían manos ni brazos, ni penes ni lenguas, solo cuerpos en movimiento, acelerando, desacelerando, dos hombres el uno en el otro. Frotándonos con las cabezas nubladas por el placer. Y seguimos el impulso, cada vez más excitados, uno frente al otro completamente unidos por el sudor. Un poco resbaladizos, un poco adheridos, como recién salidos de un pantano caliente, no necesariamente limpio pero de todo nuestro agrado. –Para, voy a acabar- me dijo, ¿y qué lo detenía? Yo también iba a acabar. Y acabamos, acabamos compartiendo el fluido entre nuestros abdómenes y los labios amarrados. Así terminó, terminé, terminamos, acabamos y se acabó.

lunes, 6 de agosto de 2007

sienteme morir

Se escribe con deseo.
Deseo de un nuevo ritmo que se vuelve insano al momento de encontrarse con el aire caliente de tu respiración.
Ritmo-jadeo imposible de igualar.
Contorsión impecable en la que los líquidos púdicos se fusionan, se mezclan creando un nuevo aroma.
Aroma a do
s.
Pulsar.
Frecuencia de nociones carnales que se van sinto
nizando en cada parte donde se produce contacto.
El nuevo ritmo muta, se vuelve conocido, se reubica.
Conexión instantánea.
Transferencia y contacto.
Perversión exquisita.
Volcar el espíritu a una sola acción.
Sigo el movimiento lleno de entusiasmo.
Go back.

Desesperación final.
Ultimo respiro que se contiene, se distancia, se toma su tiempo, se contiene.
Aprieta fuerte.

Descansa.....